domingo, 31 de enero de 2010

Una vez que en el supermercado empezás a adquirir papel higiénico Scott en vez de Higienol, te estás aburguesando.

No es absurdo que una se detenga a pensar en el sentido social de la compra de determinado papel higiénico, sin embargo, desde mi propio lugar, la elección no pasa desapercibida.
Asumo que me encanta entrar a un baño y apreciar la hoja de Scott llena de patitas de perro colgando del portarrollo.
Descubro, también, que hay una intencionalidad del dueño de casa de lucir su rollo de Scott, hay un ánimo implícito, un grito callado que en definitiva dice: “Yo me limpio con Scott”.
Después de pulular por cientos de baños refinados, inodoros e inoloros con Scott , vitrinas colapsadas con perfumes franceses y velitas de canela y vainilla, adquirí mis rollitos, los que, hoy lucen en mi recinto y se deslucen, a la vez, tanto como una alpargata arriba de un piano.

martes, 26 de enero de 2010

jueves, 21 de enero de 2010

Cuando yo era mucho más chica y el complejo que me causaba tener una frente ancha y despejada (como playón de polideportivo, sí), me estaba truncando la existencia, mi madre sabía aplacarme la pena argumentando que las personas inteligentes, tenían, necesariamente, la frente ancha y que, por el contrario, los necios y mediocres, eran portadores de una frentecita mínima, tímida que no formaba distancia evidente entre las cejas y los flequillos.
Y sí, reconozco que me volví una mujer un poquitín más alegre. Convengamos, sí (vení sentido común sentate acá conmigo) que tuve que leer muchos libros y estudiar bastante porque bella nunca fui, más bien, moderadamente tocable, y a esa cosa nefasta ya, sumarle la cuestión de la frente prominente, no levantaba ni la estima en mi, ni, ni, nada, sigo.
A partir de los comentarios de mamá, mis percepciones empezaron a cambiar radicalmente. La propia se volvió un poquito más alentadora y las que tenía con respecto a los ajenos...se enajenaron.
Me torné casi paranoica, una observadora compulsiva que buscaba a toda costa frentes anchas para hacer amigos, para hablar de cosas sustanciales, para tener sexo sofisticado y audaz, o simplemente para no sentirme tan sola (mal de muchos, consuelo de tontos).
Cualquier comentario burdo, playo, que me llegara (y me arrastrara en mares de "irrefutabilidad"), me consolaba si salía de una frente acotada por un pensamiento jíbaro, osco y trunco. "Claro, ahí tenés...", me decía para mis adentros.
Mayor consuelo y goce me causaba formar parte de un grupo de amigas con fachada ancha, aunque lindas. Muchachas con ideas claras, prácticas y brillantes la mayoría del tiempo, auqnue insípidas y apaisadas en algunos otros (no somos tan prolijas a la hora de pensar).
Novios de frente ancha duraron en esta vida mía mucho más que aquellos que la tenían chica (hablamos de la frente); aunque los primeros no eran más vistosos, sí eran entretenidos (según mi propia concepción de entretenimiento).
Todo se daba en perfecta armonía y concordancia con respecto a las palabras de mi madre. Mi frente ancha y yo, vencíamos al mundo que antes nos había hecho creer que una era fea al pedo.

Un día, después de un tiempo importante, me vi la nariz grande. En verdad, un compañero (que odié con todo mi corazón), hizo que yo me viera la nariz más grande (supe un tiempo después que él me amaba con todas las ganas y que "...como las uvas estaban verdes"(*)...las escupimos, dijo...), en fin, sí después de un tiempo asumí que mi nariz era grande, como mi frente.
Y quise, claro, hallar en algún lugar alguna ventaja (o más bien un antídoto), algo que se constituyera en una suerte de salvavidas arrojado por uno de los muchachitos de Baywatch (o por Luciano Castro y ya estamos bárbaro), pero no hubo caso.
Una sentencia casi definitiva se volvió a instalar en mi vida y mami no supo qué decirme, o sí, "los genes son...todas tus primas se limaron el huesito", dijo.

Y como todo tiene un final casi feliz, resultó que engordé los cachetes y la nariz es como que se redujo (efectos fotoshoperos domésticos), y mi compañero odioso se vino a vivir conmigo un día de abril del dosmilseis y con él nos regalamos una niña de nariz pequeña, frente ancha y ojos celestes de mar.


(*)La zorra y las uvas. Fábula de Esopo.En ella una zorra ve un racimo de uvas e intenta cogerlo. Al darse cuenta de que está demasiado alto las desprecia diciendo "¡Están verdes!". La moraleja de la historia es que a menudo los hombres fingimos despreciar aquello que secretamente anhelamos y que sabemos inalcanzable.

domingo, 17 de enero de 2010

Hueles a esperanza

La vida está llena de olores, aromas a café con leche, a camisa de novio nuevo, a tierra fresca, mar, libros viejos, bancos de escuela y el olor de mi casita del río que me renueva. Porque una tardecita de domingo en el río no es igual a la tardecita en las veredas del pueblo una vez que empiezan a ser masticadas, a mordiscones, roídas por multitudes que se desparraman transitando por ellas.

Las tardecitas en el río tienen el olor del pasto recién cortado por mi viejo, el olor a resto de sol en la piel de mi niña, a barro, moncholo, mate, a mamá amasando. Las tardecitas en el río son agónicas, como todas las de domingo, pero no escatiman en mensajes esperanzados, en una certeza de que si terminamos así  y acá podemos empezar todavía mejor.
Mi casita del río guarda los gritos y sonrisas de la niña que fui, las siestas con los primos, los asados de parados, los platos compartidos, las palabras de mi abuelo sentado en el banco de quebracho contemplando el agua, el recuerdo de lo que se fue y de los que se fueron. Nada es triste acá, nada se queda en lo nostálgico ni en lo melancólico. Yo creo que es en este lugar donde tienen origen las mejores cosas que pasan en el mundo, o si no, las que a mí me pasan, y con eso es más que suficiente.

No existe mejor final que los finales que dan comienzos en mi casita del río

miércoles, 13 de enero de 2010

Literatura nociva


Para sentirse mal, basta con un libro.
Altamente recomendado para personalidades autosuficientes, ególatras, superadas, no sensibles, no impresionables que buscan sentirse un poquito mal sin tener que comprarse un par de zapatos un número más chico.

domingo, 10 de enero de 2010

Eva y los polvos mágicos



Eva* me mandó un sms para preguntarme si había ido a lo de Daniel y la Samaritana del amor, tal como me lo venía recomendando desde hacía unos meses cuando las discusiones con Gustavo aumentaban y las panzadas de sexo decrecían de manera inversamente proporcional.

El nombre me sonaba a mentira chorreada de grasa, a chantaje camuflado, nunca creí en esas cosas, tampoco en curanderas de esas que te levantan el cuero de la espalda hasta arquearte la columna, no, definitivamente.
Ni bien recibí el mensajito me puse a pensar en esta chica, asombrada acerca del poco conocimiento que está teniendo acerca de mí…si sabe que soy escéptica hasta los talones con esas cosas.
Ya con anterioridad le dije “Pará querida”, una tarde en la que se vino con unos velones rojos y unos polvos olorosos y sospechosos a la vez…” a mi la velita no me va a cambiar las relaciones intra hogar, intra cama, intra corazón que estoy teniendo últimamente con el gordo…es más, la cosa esotérica y brujeril es como que me causa un miedito absurdo, tonto, increíble…llevate la vela, limpiame los polvos y organicemos para peluquearnos una de estas tardes, qué te parece?”.
Recuerdo que me dijo QUÉ PAVOTA QUE SOS, y mientras derramaba subrepticiamente el polvo rojo, cerró la puerta de entrada y se fue.


*Eva es una profesional, tiene cuatro carreras concluidas, trabaja de lo que le gusta y de hecho gana muy bien por ello, tiene una casa y unos autos espectaculares, se coge a los mejores tipos cuando quiere y cuando no, también. Tiene dos carteritas Louis Vuitton (sí esas que yo siempre me quiero comprar) y varios perfumes importados en la vitrina del baño, sale de vacaciones tres veces al año, siempre con destinos extranjeros y es tan pero tan generosa que le presta plata a sus amigas pobres sin pedir retorno y las convida con los amigos de sus muchachos ocasionales.

Y si mañana me saco un turnito en lo de Daniel y la Samaritana del Amor??????

viernes, 8 de enero de 2010



Indudable es el efecto terapéutico de algunas canciones. Por experiencia personal bastan un puñado de ellas para cambiar el ritmo no deseado de algunos momentos de la vida que no me gustan ni un poco.

Un bálsamo acaricia los despertares de mi pequeña cada vez que se prende a la mamadera con el mismo ritmo que hace mover las caderas de Ricardito Fort, una tristeza que me invade, eficazmente sucumbe con las melodías de Charles Aznavour o Shania Twain, y no existe momento íntimo más sublime que no esté subsumido por una atmósfera increíble que otorgan las canciones de Kim Carnes o U2.
Muy por el contrario, existen repertorios que dan por tierra con mis buenas predisposiciones en materia musical. Un regaetón o una cumbia me vuelven irascible, violenta.
Y existen las melodías que me llevan al pasado o a personas que han compartido mi vida conmigo, esas sí, son como canciones que te ha regalado el destino, entre aquellos lugares y vos, entre aquellos momentos y vos, entre aquellas gentes y vos.
Una melodía vieja y anónima dice: “Tiro al agua mi anzuelo porque quiero pescar, un lucero que ha caído en el fondo del mar”. Esa es la que me cantaba mi abuelo mientras me acunaba en el sillón del patio para hacerme dormir la siesta. Hoy su bisabuelo se la canta a mi pequeña con similar propósito.
“Mi caramelo” de la Bersuitt me endulzaba hasta la médula cuando me la cantaba Gustavo antes de que nos volvamos una sola cosa tal cual somos hoy.
Mis tardes de hoy con Barney y Hi five mientras veo a la niña bailando frente al televisor, inmediatamente me rememoran a aquellas pasadas viejas tardes con Xuxa y el Clan de Patsy.
Mientras escribo estas líneas saboreando cada una de sus palabras, impregnándome de amargos y dulces, dejo que suene, de fondo, bien suave Strawberries fields for ever.

Strawberries fields llenos de armonía, hoy.

Placeres terrenales


Llegar a tu librería de siempre.
Encontrarla desolada.
Recorrerla durante más de una hora.
Llevarte, por último, el libro que decidiste comprar.
Imaginarte las noches de ahora en más con tu nuevo compañero de cuarto.

Ya leímos Las Grietas de Jara, Mujeres Asesinas 1, 2 y 3, Las Viudas de los Jueves y Hasta Siempre Mujercitas.
Qué lindos los días sin mucho trajín para devorar libros a mansalva.

Ustedes leen en verano?
Qué leen?

miércoles, 6 de enero de 2010

No me olvido de tus olvidos

Un marido que se olvida tu moto durante tres días en una estación de servicio de tu localidad y no sabe en cuál.

Es un marido?
Es un hombre?
Un híbrido?
Es un qué?

El mismo marido que se olvida a tu pequeña en la guardería de una importante chopería del centro de Santa Fe?

Es inimputable?
Es un deslamado?
Es un prototipo de padre?
Es un qué?

Hoy 6 de enero se ha olvidado las 7 rosas rojas.

Es un pelotudo importante. Eso es.

domingo, 3 de enero de 2010

"Feisbuc": para qué?

Sorpresa es abrir el "feisbuc" y encontrarte con solicitud de amistad proveniente de tu primer novio.
Sorpresa recargada es aceptar la solicitud y descubrir que sos la primera y única en la lista de sus amistades.


Estamos todos perdidos, a pesar de "feisbuc".

sábado, 2 de enero de 2010

Hazte la fama y échate a juzgar

No es que yo le tenga bronca a mi cuñada, más bien es un sentimiento de incompatibilidad crónica el que le tengo, el mismo que nació en aquel instante en que la vi masticando Kellogs una noche de abril, del año dosmiltres.

Fue para la fiesta de cumpleaños del que es hoy mi marido, la fiesta donde el quía me presentó a la “pet society” (es que sí, definitivamente me resultaron unos animales salvajes todos, desde el primer momento). Sin ahondar en muchos detalles, y para hacer las cuestiones aún más gráficas, he optado por cambiar el helado por tortas cada vez que me encargo de los postres ya que ver a mi suegra sirviendo el primero en cada compotera a la vez que en cada tramo va chupando la cuchara, me descompone hasta la médula.
Pero hoy mi suegra no se merece mi recitado (me cuidó a la perra), hoy el problema es la mujer del hermano de mi marido. La recuerdo hoy con las comisuras empapadas de restos de chicitos sacándole mano a cuanto fulanito o menganita que se le cruzara en el pensamiento, alardeando acerca de las cuatrocientasmil horas que le demandaba el estudio de la última materia de abogacía, y quejándose, as always muchachos, de “la” calor mientras comentaba sobre lo agotadora que había sido la maratón sexual de las últimas horas con su marido.
Mi amiga Eva (ya les voy a contar de mi amiga Eva), sabe compararla con una vecina mía a la que la llamamos “la Pochi”, una gorda con pelos en el mentón ordinaria hasta las ojotas, pero al menos, bonachona y generosa.
Mi cuñada es una cucharada de aceite de ricino, además de otras cosas, peores. Lo peor que puede ser mi cuñada es ser abogada, definitivamente.
Que mi cuñada tenga en sus manos el título de abogada es comparable con el hecho de que mi sobrina de tres años tenga en sus manos, también, una 38 cargada de balas.
La tipa se piensa que ante cada pleito o palabra injuriosa o calumniante ella te puede largar como molotov el “cuidate que soy abogada”. Síiiiii!!!!! Hace alarde la muy turra.
Un cable que un vecino cruce sin querer por el frente de la casa o un poco de bochinche en el barrio después de las 11 de la noche, va a juicio!.
Me la imagino en las defensas comiendo los Kellogs llevados al juzgado subrepticiamente en los bolsillos y hablando de “la calor” y otras cuestiones y siento un “retorsijón” de esos de vergüenza que se te instalan en el intestino.
Mi madre tiende a retarme, o a llamarme la atención cada vez que alguna palabra referida a mi cuñada se me instala en la lengua, por eso estoy acá.

viernes, 1 de enero de 2010

Reflexiones findeañeriles

Anoche, después de que todos ya habían hecho el tradicional brindis y la pegatina besuquera obligada; me fui hasta el patio (acá los patios son grandes y algunos tienen la ventaja salubre y entretenida de tener una quintita en los fondos), y me senté en el cerco, al lado de los ciboulettes con mi perra Pancha.
Mientras masticaba algunos a la vez que me tomaba un “champancito” ya caliente, levanto la mirada al cielo y entre medio de tanto cuete y cañita voladora una luz roja, más arriba, atravesaba el firmamento.
Y lloré como boluda atómica al lado de la Pancha, pensé en esa gente, allá arriba, bien lejos…cómo habrá sido su paso de un año viejo a otro a estrenar?
Me los imaginé allá arriba, tal vez lejos de aquellos con quienes hubieran querido estar, brindando con el compañero de vuelo, o inmiscuidos, algunos otros solos, en la lectura de algún libro.
Y seguí, agradeciendo para adentro el hecho de estar rodeada de mi hija y mi marido, de las gentes de mis pagos que han hecho el aguante desde la distancia.
Pasé año nuevo con esa hermosa, bella y abnegada mujer que se constituye en claro ejemplo a seguir: MI SUEGRA…pero a pesar de eso, la pasé bonito gente.

Siempre pido lo mismo: que el año nuevo no traiga más si no quiere, pero que no me saque todo lo bello que tengo y que agradezco.

FELIZ AÑO!
Safe Creative #1004115962207