Me he perdido de a poco en las negruras más opacas que albergaban los rincones de esta mi casa y a la vez me he extraviado en el eco repetido de pensamientos extraordinarios, de pensamientos reprimidos.
Me voy perdiendo en los huecos, en los abismos tan colmados de palabras que me saben a otro idioma, de rimas con otros olores, de frases polisémicas hasta el hartazgo y más allá.
Desorientada, atrapada en las grietas que dejan las pausas, los silencios, los indecibles.
Perdida en ideas estrafalarias y en lo que todavía no tiene nombre.
¿Cómo te explico yo que no es lo mismo olvidar que no recordar?
Nota: ya en el blog anterior esta frase fue explicitada toda pomposa con letras y signos interrogatorios, pero pulula como ente desde aquel día bello en el que salí a dar unas vueltas en bicicleta para sacarme de la cabeza la cara del novio que me había dejado por otrO.
Desde ese momento y hasta el infinito, las cosas que no puedo nombrar me llaman desde los rincones reclamando nombre.